19.5.03

Línea 7

El sistema educativo me debe, por lo menos, cinco años de verbenas de mayo. Ahora creo que ya se nos pasó el arroz, y es algo que no recuperaré hasta que pueda volver a bailar 'Paquito chocolatero' impunemente, así como a los cuarentaitantos. No, en serio, en realidad nunca me gustaron las verbenas.

Ciertamente no lo habíamos pasado muy bien y, ya en el metro de vuelta a casa, mi hermano despotricaba sobre lo horrible que es la vida, aunque eso lo hace siempre. Mientras, yo centraba mi atención en una chica sentada al otro lado del pasillo, más que nada porque sostenía un cuadernillo en el que apuntaba cosas. Cotilleando un poco más pude ver como anotaba primero la fecha, debajo, la estación de Metro en la que estábamos, y después se puso a escribir a buena velocidad. Casi como un acto reflejo busqué un piercin debajo de sus labios: quién sabé, podía estar al lado de mismísima Aracne y entonces tendría que pedirle un autógrafo o algo. Pero no.

Podía estar ecribiendo una carta a alguien o la lista de la compra pero me atraía más la idea de que no escribía con ningún fin en especial. Pensaba en ella haciendo su post del 17 de mayo a la 1 y pico en la estación de Gregorio Marañón dirección Pitis, diseccionando el momento, acaso haciendo análisis sociológico de los pasajeros, incluídos mi hermano y yo. El Metro inspira un montón, es casi mejor que una puesta de sol para este tipo de cosas.

Sentí una repentina sensación de compenetración cósmica con ella, nada sexual,en serio. Como si ella pudiera ser Alabama o acercarse bastante a ella. Por supuesto no le dije nada y volví a casa con el eterno, ¿qué hubiera pasado sí...? de los cobardes. Tampoco es tan grave.

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